Mejor desprendámonos desde el principio, si resulta posible, de que el primer nombre fuerte con el que se estrena la pasarela de París, Nicola Formichetti como director creativo de Mugler, es el estilista de cabecera de Lady Gaga (incluyan aquí las mil connotaciones de estética pop que deseen) y adentrémonos de lleno en el trabajo que acaba de presentar.
Otro elemento clave en la nueva colección, imprescindible para entender el trabajo de Formichetti como un constante guiño al universo retrofuturista, homoerótico y nunca funcional, es la purpurina, espolvoreada en colores verdes y morados sobre negro en camisetas ajustadas con transparencias y leotardos. El fácilmente reconocible universo estético del patinaje sobre hielo, sobre la pasarela.
El morado y el blanco han sido los otros dos colores clave y, por supuesto, también ha habido estructura: blazers por piezas como las reproducciones desmontables didácticas del interior del cuerpo humano, camisetas que ya casi han perdido todas las letras de la palabra para dejar la piel al descubierto y, en medio de todo, algún traje de chaqueta más convencional como un remanso de seguridad entre tantos planetas por explorar.
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